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Homo Sapiens – Demens

 

 

Se trata de un ser con una afectividad intensa e inestable, que sonríe y llora, ansioso y angustiado, un ser egoísta, ebrio, estático, violento, furioso, amoroso, un ser invadido por imaginación, un ser que conoce la existencia de la muerte y que no puede creer en ella, un ser que segrega la magia y el mito, un ser poseído por los espíritus y por los dioses, un ser que se alimenta de ilusiones y quimeras, un ser sujetivo cuyas relaciones con el mundo objetivo son siempre inciertas, un ser expuesto al error, al yerro, un ser úbrico (excesivo) que genera desorden. Y puesto que llamamos locura a la conjunción de la ilusión, la desmesura, la inestabilidad, la incertidumbre entre lo real y lo imaginario, la confusión entre lo objetivo y lo subjetivo, el error y el desorden, nos sentimos compelidos a ver al homo sapiens como homo demens.

 

 

         ¿Cómo logra sobrevivir un ser que consagra tantas de sus energías en enterrar a sus muertos, en embriagarse, en gozar, en bailar y decorar, en ralizar mitos y ritos?

         ¿Cómo se impuso un ser inadaptado y fantasioso, confundido y desordenado? Pues por esos mismo por inadaptado se extendió por todo el mundo un unas pocas decenas de miles de años; por se imaginativo logró sus importantes innovaciones técnicas; por ser desordenado pudo crear nuevas formas de orden.

 

 

Edgar Morin

El coleccionista de corazones

Esta es una nota que encontré en el periódico el grafico del jueves 5 de octubre del 2006

En una sección llamada “Manual para canallas”, ignoro si es autentica, pero esta buena   a mi me impacto la historia. La comparto con ustedes ¿haber que piensan?

 

Coleccionista de corazones

 

Roberto G. Castañeda

 

 

Antes de encontrar mi vocación, como muchos, tuve infinidad de trabajos, desde los más edificantes hasta los que me hacían sentir como un miserable.

 

Fui vendedor de enciclopedias, encargado de un a dulcería, utilero en un equipo de fútbol en tercera división, extra de películas mexicanas y hasta pintor de brocha gorda. Todo esto mientras  estudiaba la preparatoria y después la universidad. Pero trabajo mas raro de todos fue el que me consiguió uno de mis tíos influyentes. Por azares del destino y por que no había otra opción a la vista, acepte entrar de asistente a un centro de desintoxicación para gente de Varo. Las historias que conocí eran sorprendentes. Allí me di cuenta de lo terrible que es vivir sin destino. Había pacientes que verdaderamente estaban locos, mientras que otros simplemente vagaban a la deriva de su propia indiferencia. Recuerdo a una jovencita, creo que se llamaba Gina, que empezó a tomara drogas por que su novio le curó la cruda con una “piedra”. En ese entonces ella tenía 17 años y yo acababa de los 23. Al salir lucía radiante y hermosa. Allí comprendí que la fragilidad del espíritu humano te puede convertir en una piltrafa. Lo hermoso se convierte en deprimente. Pero el caso que mas me llamo la atención fue el de Germán. Y lo recuerdo perfectamente por que una tarde, mientras platicábamos, que en realidad se llamaba Asdrúbal y que era la reencarnación de un vampiro. Pude echarme a reír, pero como siempre fue un Cuate muy serio guarde la compostura. Yo le comente que su nombre original también era muy chido: Germán como Germán Robles, el actor que encarnó al conde Alucard en la película El vampiro. Pero esa es una mala caricatura de los seres nocturnos, replico el muchacho. Seguimos charlando y le explique que yo era un fan de esa cinta, que la había visto de chavito y que me había impactado. Solo es  entretenimiento, pretextó. Durante muchas tardes platique con Germán, que siempre insistía en que lo llamara Asdrúbal. Con el paso del tiempo me di cuenta que era un chavo muy culto para su edad, incluso bastante educado. Él me contó que sus padres eran maestros universitarios y que lo mandaron a las mejores escuelas. Tubo que dejar los estudios por que le ganó el desmadre, se dejo llevar por los amigos, el alcohol y la cocaína. Algo muy común en los colegios caros. Un buen día descendió al purgatorio. Desapareció sin dejar rastros. Seis meses después, su papá lo fue a recoger debajo de  un puente vehicular, donde Germán cohabitaba con cucarachas y mendigos. Quisieron buscar una explicación a sabiendas de que le dieron todo, menos atención y muestras de afecto. Cuando yo llegue a la  clínica, él ya tenía un buen rato allí, cuando me canse del trabajo y me marché, Germán se veía bastante repuesto. Atrás quedaban varias historias y yo me encaminé a buscar otras alternativas.

 

 

*   *   *

 

Si mi memoria no me falla, cuando trabaja en un periódico, fue un viernes cuando en plena junta editorial llego el responsable de la sección policíaca y cantó una nota espectacular: un sujeto mató a su familia, le saco el corazón sus  padres y hermanos, y se los comió. Aunque el independiente no era un diario amarillista nos pareció atractiva la noticia, así que la destacamos hasta en la portada. Lo mió era otro asunto, así que olvide el tema al poco rato. Sin embargo al otro día tomé el periódico y al abrirlo mi sorpresa fue mayúscula. La foto del acecino me recordó a Germán, solo que cuatro años mas grande. Reconocí de inmediato su mirada gélida. La nota hablaba de su caso y el decía lo que yo ya conocía: que era la reencarnación de un vampiro y que su nombre era Asdrúbal. Por supuesto, hablaba el jefe de la policía y un especialista que argumentaba esquizofrenia aguda y algunos otros desordenes mentales. Claro que el dictamen se reducía al Diabólico carnicero o parricida satánico, no recuerdo. Germán, con la frialdad de los asesinos, narraba que solo seguía sus instintos, que no podía vivir sin sangre, y que los corazones humanos lo fortalecían.

 

Finalizaba diciendo que todos éramos unos simples mortales, que una nueva era estaba por comenzar y que, aun que lo encerraran, su poder lo haría transformarse para huir. “Y nadie podrá escapar a la venganza de mi raza”, amenazaba. Pinche mundo cada día está más raro, reflexioné. Qué bueno que dejé aquel trabajo a tiempo, sino yo también me hubiera convertido en un hombre insano, quizá menos sensible, acaso más loco de lo que ya soy. De cualquier manera, mi cabeza ya es un caos y creo que no tiene remedio.